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Carta a la ciudadanía (la otra)
políticos, jueces, sindicatos, policía... y mafia. Mucha. Mafia.
he contado con los dedos cuántas veces
La mafia.
Otra vez. Pero esta con esteroides.
Porque en la América gringa se hace todo así. A lo grande.
Y cuando la mafia italiana llegó al país de las libertades, se sentaron a su mesa.
¿Qué tal lo hicieron? ¿Qué te importa? ¿Se vienen a Españita?
Parece que ni tan mal. Su miedo hizo efecto en los gringos.
Igual solo te suena Al Capone, pero hubo algunos genios.
Tan genios que nunca les pillaron.
Uno de ellos fue Carlo Gambino, que murió plácidamente en su mansión de Long Island.
Un tío que controló los muelles, los sindicatos, suministró materiales de construcción para los rascacielos, carne para los restaurantes y supermercados, introdujo nuevos negocios…
Igual le daba que fuera legal que ilegal (¿ya empiezas a ver parecidos?).
También controló políticos, jueces, policía… (por si querías más parecidos).
Llegó a controlar un ejército de más de 1.000 soldados… (no diré nada).
¿Cuál fue su clave para triunfar mientras sus compis morían a balazos?
Observar.
Carlo Gambino observó.
Había conseguido un imperio y empezó a pensar en cómo mantenerlo.
¿A dónde miró? ¿Qué observó?
Al mayor de los imperios. El romano.
Gambino estudió la historia de Roma y supo lo que le pasaba a los capos que no controlaban su ambición: eran asesinados.
Le pasó a César y le pasó a muchos capos.
Así que Carlo decidió controlar su ambición, no ser un puro ostentoso y alocado capo spaguetti. La gozó de lo lindo, pero fue por lo bajini.
Fue discreto, no levantó deseos de rebelión ni ataque.
Ni en sus aliados comprados.
Ni en sus “esclavos”.
Ni si quiera en la familia.
Carlo Gambino, el maestro.
Y esta misma estrategia es utilizada por otra mafia.
Sí, el sistema (en el que está comprado) se benefician muy bestia de todos, todo y de ti. Y lo mejor es que casi no nos damos cuenta.
Sabemos “algo” de lo que hacen.
Sabemos que no son hermanitas de la caridad.
Sabemos “cosas”. Cositas.
Pero…
Pero nos tienen lo suficientemente aborregados como para hacer…
Nada.
Pues para eso… para algo… Abajo.
Porque es abajo dónde tu, sin hacer nada inmoral, puedes empezar a ganar lo que ellos ganan. Y además, mantener un perfil abajo. Con el que no se sepa en qué andas. O se sepa lo que tu quieres que se sepa.
Abajo.
(Aunque también puedes hacer… nada)