Cuando no llegas (pero llegas)

no te va a sorprender

I’m getting old

Voy rápido.

Pero te lo hilo con algo que he leído hoy.

Es una historia que igual te interesa. Muy probablemente.

Verás. Estoy escribiendo el email de hoy a contrarreloj. Me ha pillado el toro sin la idea que quería contarte. Bueno, en realidad tengo un montón de ideas, pero merecen una buena vuelta para contártelas bonito.

Al menos, lo que a mí me parece bonito.

Que no soy como el bueno de Pau Donés. No todo me parece bonito.

Y para contarte que me quedado sin tiempo porque soy idiota te lo hilo con esa historia que me he leído hoy. Igual hasta la conoces. Es real.

Resulta que hace 18 años un tío tuvo gemelos.

Y en el momento de tenerlos pensó. Fuerte.

Pensó que tenía que escribirles un libro para cuando cumplieran 18.

Ya sabes, algo así como un manual de vida. Aquí tienes hijo, a vivir.

Claro, eso lo pensó cuando nacieron. Tenía tiempo, concretamente 18 años.

Sabes qué pasó ¿no?

Ya lo haré, ya lo haré… hoy por ayer, mañana por hoy, pasado por mañana…

Y han llegado casi los 18 y no hay nada.

Que pena, ¿no? Que fracaso como padre. Que…

Bueno, pues mejor algo que nada.

El padre se puso a escribir. Rápido. Con las ideas que quería, pero sin mucha alegoría (perdona).

Por supuesto No salió un libro. Pero al menos salió una carta.

Pues esta es mi carta de hoy. Que no será muy buena, pero espero que te parezca algo. Quizás, para pensar que no es tarde para conseguir crear (mucho) dinero. Como los bancos, pero sin ellos.

Lo puedes conseguir incluso siendo más torpe que el que te escribe.

Y me acabo de acordar que ese mismo padre me contó una historia sobre uno de los banqueros más ricos del mundo mundial: Walt Bettinger.

El señor Bettinger es presidente de Charles Schwab.

Pero entre tantos éxitos Bettinger cometió un error gordo. De no olvidar.

En el examen final de la asignatura más chuga de la carrera (Harvard) se encontró con un hoja en blanco.

El profesor dijo: Ya os he enseñado todo… solo queda una lección…

¿Cómo se llama la señora de la limpieza?

Casi todos suspendieron, incluyendo el Bettinger.

Nadie se había molestado en preguntar cómo se llamaba, ni de dónde era, ni si necesitaba algo.

Me ha parecido una buena lección.

¿Sabes por qué?

Porque el tío que te va a enseñar a hacer (mucho)… resuelve todas tus dudas siempre y porque siempre está… ahí.

(De su memoria con los nombres ni idea)

Por cierto, sí, es abajo

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