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Inocentes
un mecanismo —podríamos decir— al que cabe atribuir sin blasfemia
deseos sinceros de éxitos en la batalla
Ayer te recomendé escuchar a Mario Conde.
Hoy, te cuento el cuento.
¿Cuento?
Hace ya 30 años el poder bancario, el poder político y el poder mediático se unieron para intervenir el Banco Banesto.
Bueno, en realidad, ya estaba unido. Y siguen.
Mario Conde presidía ese banco.
¿Quién era Mario?
Si los jóvenes (jóvenas y jóvenos) de hoy quieren ser youtubers, funcionarios (acuéstate y suda), o nada… hace 30 años querían ser Mario Conde.
Ese ere Mario.
¿Por qué?
Algunos dicen que fue el CTangana de la época.
Un chulo con mucha gomina y algo de arrogancia. Al millón.
Por supuesto, tenía razones de peso para ser chulo, arrogante y echarse gomina (tremendo pelazo de rico).
No había pimpín que no deseara estudiar derecho y hacerlo en la universidad de Deusto. Se preparó una de las oposiciones más duras que existen (la élite de abogados del Estado) y con 24 años sacó la mejor nota de la historia.
Nota que sigue vigente como la más alta.
Como era listo, sabía que sometido al Estado poco haría. Así que se fue por otros lares más privados (bien). La farmacia en este caso.
Reventó el mercado haciendo operaciones empresariales multimillonarias y…
Y quiso más.
Quiso alcanzar el más allá con un Banco.
¿Y qué pasó?
Algunos dicen que reventó la banca. Que puede ser.
El dice esto: “Pero mi experiencia propiamente dicha se inicia con fuerza nada despreciable desde el mismo instante en el que pretendimos llegar al Consejo de Administración de Banesto, aquel viejo, caduco, supuestamente elegante y en cualquier caso atractivo banco. En los primeros compases de esa sinfonía que acabaría conmigo en prisión, y no para un rato sino que me albergaría, de un modo u otro, por el nada despreciable lapso de quince años, en esos primeros movimientos orquestales —decía— me inicié en el misterio de que existe algo más bien difuso, aparentemente desestructurado pero terriblemente efectivo, que conforma un conjunto ordenado, un mecanismo —podríamos decir— al que cabe atribuir sin blasfemia el apelativo de «Sistema». En el fondo se trataba de un modo especial de ejercer el poder. Ni más ni menos, claro.”
Y así empieza a describir lo que parte del propio Sistema afirma por conspiraciones o delirios, o fango, o insultos… Que el poder político, mediático y económico (véase Bancos) forman parte de ese mecanismo.
Perdona la mística. Que esto va de sucio dinero.
¿O va de más?
Bueno, para no liarnos, otra casualidad: El Banesto fue intervenido un 28 de diciembre.
¿28?
¿de diciembre?
Sí, el día de los inocentes.
No te digo más.
Sólo que si quieres dejar de ser un inocente financiero abajo tienes algo.
Porque Mario consiguió llegar a donde parecía imposible.
Porque Mario, siendo un tío “normal”, alcanzó la gracia reservada a los “dioses”.
Nadie antes había roto el techo blindado de la banca. Era un “reservado”.
Nadie que no fuera parte de una familia adinerada privilegiada. O del ¿sistema?
Eso cambió. Y ahora cambia mucho más.
Porque ahora se puede hacer Banca Sin Bancos.
La puerta de entrada a la solución financiera privilegiada… abajo.