Misa (condiciones y... ¿guinda?)

clientes al filo

(por si no estabas antes, empezamos a ver el origen del Banco Vaticano. Tela)

El domingo pasado terminamos así:

Y tras un período de transición, el 27 de junio de 1942 cobraba forma finalmente el Banco Vaticano (es decir, el IOR), con Pío XII y con Nogara, un banquero muy poco cristiano, al mando.

Cuando la palabra Vaticano y Banco se funden, empiezan unas guarradas de proporciones bíblicas. Ya verás la que lía Nogara. Porque claro: No den lo sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los despedacen; ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen. (Mateo 7:6)

¿Nogara?

Como vimos, Bernardino Nogara, fue el economista laico que eligió Pío XI para empezar a dirigir este Banco Vaticano con las siguientes condiciones:

  • No atender a criterios religiosos

  • Tener las manos completamente libres

  • Operar en cualquier país del mundo

Y aceptaron, no dijeron ni pío (perdona).

¿Cómo les fue?

Nogara realizó un montón de inversiones estratégicas en sectores clave de la economía italiana: textil, comunicaciones, energía eléctrica, transportes, maquinaria agrícola…

No se limitaba a meter dinero, no.

En todas esas compañías que invirtió también introdujo sus “clientes”, hombres de su confianza situados en puestos clave de los consejos de administración.

(¿Te suena? ¿Te resuena? Nos lo ahorramos)

Así, en poco tiempo, el Banco Vaticano (el IOR) se convirtió en un imperio financiero, inmobiliario e industrial sin fronteras.

Operaba en todo el mundo, como la iglesia.

Y claro… la iglesia promete el paraíso. Así que… Eso buscaron.

Lejos de conformarse con las generosas exenciones tributarias del Estado Italiano, se decidieron a buscar el amparo de las Islas Leviatán, digo Caimán.

¿Registros contables? Meh, mejor un padrenuestro.

¿Control de traspasos de fondos al extranjero? Meh, cámbialo por un avemaría.

¿Normas internacionales? Meh, ya tenemos omnipresencialidad.

Y por supuesto, todo bajo secreto. De no confesión.

Bueno, oye, aunque tuvieran un funcionamiento de ¿mafia? con sus “delegados” empresariales, los sectores parecen limpios: textil, comunicaciones, energía eléctrica, transportes, maquinaria agrícola…

Ya, bueno…

Resulta que en 1935 ­financiaron el abastecimiento de armas de Mussolini para la campaña de Etiopía, y en los años 80 el Banco Ambrosiano (del que el Vaticano era accionista mayoritario) financió tanto a los grupos insurgentes de América Latina como la contra.

¿Angelitos?

¿Quieres guinda?

A pesar de que en la II Guerra Mundial el Vaticano se declaró neutral, el amigo Nogara no tuvo escrúpulos en dar el visto bueno al depósito de 130 millones de dólares en monedas de oro provenientes de Croacia.

Bueno, pues bien, ¿no?

Vaya… Croacia, en ese momento estaba regida por un gobierno títere filonazi. Y ese oro, esos 130 millones de dólares…

¿De quién era ese oro?

De las expropiaciones a serbios y judíos.

¿Te ha gustado Nogara?

Pues tranquilo, que igual el siguiente te gusta más.

Pero… Espera.

Ojo, cuidao’.

¿Quiere decir esto que todo esto señala a la Iglesia como… no sé… como…?

Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas. (Romanos 2:1)

Algunos dicen que esas cosas sirvieron precisamente para ayudar a derrocar al nazismo. Hay investigaciones que así lo atestiguan. No sé…

¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato. (Juan 18:38)

Vuelve a esperar.

Lo que es cierto es que algo huele a sucio en las finanzas y en los Bancos (ya verás con la siguiente dominical), así que, quizás, te merezca la pena ser tú quien maneje lo tuyo. Algo así como tener tus reglas, tu… ¿banco?

Abajo, no en el infierno. Abajo.

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