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Misa (génesis)
o éxodo, quién sabe... ¿un trocito de cielo financiero?
(por si no estabas, empezamos a ver el origen del Banco Vaticano. Tela)
El domingo pasado terminamos así:
Esa búsqueda de aumentar ingresos, ese disfrute del pecado, esa avaricia fue transformando el modelo económico eclesiástico.
Pasaron de depender de los réditos de su patrimonio (que tienen poco) al desarrollo de mecanismos de financiación complejos que sirvieran para sus propósitos.
Que la guerra santa no es barata (y las Cruzadas tampoco).
La cosa se empieza a calentar tanto que pronto necesitarán de una nueva figura. Fumata blanca a: El Camarlengo.
¿Quién fue (y es) el Camarlengo?
Básicamente el encargado de la política fiscal de la Santa Sede. Vaya, un ministro de economía de la iglesia en toda regla.
Que dirás que para qué necesitan un tío así… Pues porque los “impuestos” que cobraban de antes, sumado a esta nueva actividad bancaria que está naciendo, hicieron necesarios un departamento de finanzas plenamente desarrollado.
(igual te suena que también es el encargado de confirmar la muerte del Papa para organizar lo de las fumatas y tal)
Pero vaya, tampoco es algo tan loco. Una organización necesita del control de sus finanzas. Es normal, ¿no?
Lo que igual no es tan normal es que se monten su propio banco, que está a puntito de nacer con el descubrimiento del pingüe negocio bancario.
Entrando en el siglo XIX ya se empieza a vislumbrar ese nacimiento.
En 1887, Leon XIII, da la orden para crear la Commissione Cardinalizia ad Pias Causas. Un nombre que parece muy inocente, pero que no es otra cosa que una estructura para organizar los grandes beneficios de (oh) la especulación inmobiliaria, donaciones de los fieles, impuestos y… y para actuar como un banco en toda regla.
He ahí el comienzo.
Pío X la rebautizó como Commissione Cardinalizia per le Opere di Religione. Pero como te cuento, poco tenía que ver la obra de religión con las funciones que tenía, ya lo verás.
Las operaciones financieras del Vaticano fueron volviéndose cada vez más complejas y voluminosas, nivel Lehman Brothers.
Y en 1929 se riza el rizo.
Pío XI firma los Pactos de Letrán con el mismísimo Mussolini.
(por cierto, otro que sabía de técnicas bancarias…)
Con ese pacto Italia reconoce al Vaticano como Estado independiente y soberano con unas condiciones chulas y unas exenciones fiscales muy ventajosas para el Vaticano.
Y aquí, sí, el rizo se convierte en tirabuzón: se crea la Amministrazione Speciale per le Opere di Religione con el fin de gestionar y rentabilizar esta formidable inyección de capital.
Normal, ¿no? Bueno, Pío XI no elige a cualquiera para dirigirlo. Elige a Bernardino Nogara, un economista laico que puso sus condiciones.
¿Cuáles?
No atender a criterios religiosos
Tener las manos completamente libres
Operar en cualquier país del mundo
El papa accedió a sus demandas.
Y tras un período de transición, el 27 de junio de 1942 cobraba forma finalmente el Banco Vaticano (es decir, el IOR), con Pío XII y con Nogara, un banquero muy poco cristiano, al mando.
Cuando la palabra Vaticano y Banco se funden, empiezan unas guarradas de proporciones bíblicas. Ya verás la que lía Nogara. Porque claro: No den lo sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los despedacen; ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen. (Mateo 7:6)
Y puede ser un bulo pero lo de abajo te aleja del infierno financiero que cada día está (y estará) más caliente.